Andrea Ruano Flores

Cáncer, ¿Da miedo. eh?

No creo que haga falta decirte nada. Porque se que ahora mismo no quieres saber nada de nadie. Y dirás, ¿Y qué haces contándome esto?

Pues intentar ... Se podría decir, hacerte sentir un poco mejor, aunque ahora mismo te parezca imposible.

Yo empecé en Septiembre del 2007. Me diagnosticaron Sarcoma de Ewing en la tibia izquierda.

Y esto empieza de la forma más tonta, pues dos semanas antes empecé a notar como me dolía al andar la zona. Al principio era una pequeña molestia, y, al cabo de una semana, terminé vendándome la rodilla para que no me doliera.


Mi madre se empeñó en llevarme a hacer una radiografía y yo le pedí que esperara, pues estaba en época de fiestas. Aceptó, y el último día de fiestas me llevaron a Zamora a hacer una radiografía a un centro de Salud.

Mi tía es enfermera, y ese año trabajaba en pediatría, y le pidió a la pediatra con la que trabajaba que mirase mi radiografía.

Cuando la vio, me mandó directamente al hospital.
Ingresé y me hicieron las pruebas del protocolo, y, al día siguiente por la tarde estaba camino de Madrid, dirección al Hospital Universitario Niño Jesús.

Tras una biopsia y una semana con muletas, el fatídico diagnóstico.

Aún recuerdo las palabras del médico, “Si termina en “-oma” es malo...” Y las lágrimas de mi madre, la cara de impotencia de mi padre, y la mirada del portador de las noticias.

¿Y yo?

En el momento en que me dijeron que tenía Cáncer, se me rompieron los esquemas. Porque no es precisamente un catarro.

Y luego, LA PREGUNTA.

¿Se me va a caer el pelo?

Y su correspondiente respuesta, “El tratamiento es muy fuerte y hará que las células de reproducción rápida mueran ..”, en conclusión, se me iba a caer el pelo.

Y, lo único que se me ocurrió fue ... “Qué frío voy a pasar”.

Ese mismo día me fui a cortar el pelo, pues llevaba una melena larga y le dije a la peluquera que cortase, que no importaba el largo.

Los oncólogos me dijeron que me darían seis ciclos de quimioterapia y luego sería la operación.
Y, al fin, llegaron. Los botes transparentes, los de colores, los mareos, los vómitos y los antojos.

Pasé de querer comer anchoas a todas horas a pedir repollo a la una de la mañana.

Y luego, directamente, a no comer cuando estaba en el hospital.

Las bajadas, las cuentas de cuantos leucocitos subía, cuantos bajaba, y cuantos se quedaban por el camino.

Los días contados de hospital, los enfados por si eran más de los esperados...

Podría decir mil y una cosas más.

 

Y la operación.

El día 16 de enero del 2008.

 

Creo, que el peor momento, fue pasar la noche con niños recién operados de anginas que se empeñaban en destrozarse la garganta a lloros.

Tras la operación, un ciclo pequeño de quimioterapia, y el autotrasplante.

 

Un mes de ingreso.

Pasé en la habitación 4 de "El Pilar" mi 16º Cumpleaños.

Y fue el primer día, tras, tres semanas, que pude hablar.

 

Y sí, creo que aquí termina mi resumen de mi cuasi-año oncológico.

 

Seguramente lo único que quieras, es que acabe.

Pero sí, aunque te parezca interminable, acaba.

 

Mucho ánimo, y

Encantada de conocerte.

 

Besos.

 

- Andrea -