Isabel Pérez Fernández

Hola, soy Isabel y tengo quince años. Os voy a explicar qué es para mí “onco” y todo lo que eso conlleva.

Cada día te levantas pensando en que va a pasar lo mismo de siempre, o al menos piensas que no muchas cosas podrían cambiar hoy. Desayunas, te duchas, te lavas los dientes, te vas al colegio y después actividades y a estudiar.

Lo mismo de siempre. No te paras a pensar en nada que te sea más o menos lejano, en algo que tenga pocas probabilidades de pasar, piensas que va a ser un día más… pero de repente ¡ZAS! tu vida cambia rotundamente y te das cuenta de muchas cosas…

Os estaréis preguntando el por qué estoy diciendo esto, así que os lo explicaré.

Yo era una “adolescente normal”; discutía con mis padres, me encantaba ir de fiesta, salir con mis amigos, ir al pueblo, pasar los domingos en familia y no parar en casa nunca. También me encantaba hacer deporte y deseaba durante toda la semana que llegase el fin de semana para hacer todo eso que me encantaba.

Nunca pensaba en que ese fin de semana no pudiese salir o en que la semana siguiente no podría ir con unas ojeras de aquí a Roma a clase y ver a mis compañeros, a mis amigos, bueno, al fin y al cabo ellos también eran mi familia; pero a pesar de ello quizás yo no lo valoraba tanto como ahora, total, era algo que hacía y podría hacer todos los días…

Ahora las cosas han cambiado. Desde hace muy poquito tiempo me descubrieron un cáncer, leucemia, y como pasó todo tan rápido fue como si se me derrumbase el mundo, toda mi vida ya no iba a ser la que era. Estaba perdida, me decía.

Al llegar al hospital para ingresar en él vi a niños que les pasaba lo mismo que a mi, pero como nunca me lo había planteado me entró el pánico, que parecía apoderarse de mí por segundos… yo solo me preguntaba ¿por qué yo? y la pregunta no debía de ser esa… esos niños en los que piensas una vez cuando te dan la charla o que ves por las noticias en días significativos iban a vivir contigo, y quizá tu misma experiencia…. y tú que antes lo veías tan lejano….

Al principio no sabía como reaccionar, yo era consciente de que eran niños normales con mala suerte (o buena, depende de como se mire) pero yo no lo sentía así, no sé era todo muy raro, muy chocante… nunca me lo podría haber imaginado.

Poco a poco, día tras día aceptas la situación y les empiezas a conocer, y es ahí cuando verificas que eso no entiende ni de edades, ni de razas, ni de situaciones, que no entiende de nada; es ahí cuando de verdad entiendes que ellos también eran niños normales como tú y que al fin y al cabo no estaban tan lejos. Estos niños de los que hablo ahora son mis amigos, con los que me río día tras día que estoy en el hospital, de los que me preocupo cuando no están tan bien como siempre y de los que me acuerdo todos los días al llegar a mi casa; por estos niños pido yo todos los días y pongo todos los deseos en que podamos celebrar que estemos curados y que el tiempo nos vuelva a reunir y nos riamos de todo esto, por que al fin y al cabo no es más que eso, una experiencia diferente; no digo buena pero tampoco del todo mala, simplemente diferente.

Yo con esto estoy aprendiendo a valorar cada día más las cosas, a las personas y a las oportunidades que te da la vida. Nunca puedes tirar la toalla, no; aunque es verdad que muchas veces no te encuentras nada bien y te da por verlo todo negativamente, de repente la cuesta se te hace mucho más empinada… yo a veces me siento limitada en muchos aspectos porque no puedo hacer lo que hacía antes como ir al colegio y tener seis horas de clase como el resto de tus compañeros, ir a la biblioteca, hacer actividades extraescolares, ir al cine, a los centros comerciales o una cosa tan simple como coger el transporte público.. y de eso te das cuenta al llegar a casa, a veces es bastante duro, aunque sepas que solo va a ser por una temporada. Pero no te puedes rendir. Eres una persona como las demás, a veces estás un poco más redondita por la medicación y una temporada sin pelo, pero sigues siendo la misma que hacía unos meses, aunque he de reconocer que más madura.

La gente cuando te ve en esa situación solo piensa en lo mal que lo debes estar pasando tú y tu familia, en que has tenido mala suerte y bueno, esas cosas…. Yo antes era una de ellas, pero ahora no, con esto la vida me pone una prueba para demostrar lo que valgo y me da una oportunidad de valorar todo con mucho más detalle, de disfrutar de los pequeños detalles de una forma mucho más bestial, de ser más feliz valorando todo y absolutamente todo de lo del día a día, sacando lo mejor de mí, el lado positivo de las cosas, y sobre todo, me ha ayudado a encontrar ese espíritu del que tantos hablan. EL ESPÍRITU DE SUPERACIÓN. Porque se lo debo a todos los niños de allí, a los que están y a los que ya no. Porque me lo debo a mí.

Quiero acabar diciendo que todo esto que me está pasando, todo el positivismo que tengo encima, a pesar de los malos momentos, no se debe solo a mi persona; si no que un 99.99999% se debe a toda la gente de ahí fuera, a mis amigos, a mi familia, a mi colegio, a mis más que compañeros de hospital pero también de experiencia, a los doctores y enfermeras… esa gente que es capaz de sacarte una sonrisa en estos momentos y que no pide nada a cambio, por ello cuando digan que solo hay gente mala en el mundo gritad ¡NO! porque gracias a esa gente yo estoy saliendo adelante, y por ello no puedo parar de repetir una palabra:”GRACIAS” mi pequeña gran familia.

 

Isabel