Iris Gómez Juzgado

Soy Iris y tengo 19 años, desde hace más de un año llevo visitando continuamente hospitales, pero ya me he acostumbrado a ello... Aquí os dejo mi testimonio.

Después de 8 meses de diagnósticos  erróneos en el hospital de mi localidad y de haber pasado por una operación, estando ingresada allí debido a esa intervención, me comunicaron algo que mis oídos no esperaban escuchar nunca, me dijeron que tenía "cáncer".

En ese momento no supe como reaccionar, no me lo podía creer. Se me pasaron mil preguntas por la cabeza, ¿Podría tener a mi perro en casa? ¿La quimio seria ambulatoria? ¿Se me caería el pelo? ¿Me quedaría sin poder tener hijos?... Las respuestas la iréis encontrando en mi testimonio.

Me dijeron que al día siguiente me darían el alta y conocería a mi oncólogo, para ser sincera yo no sabia ni lo que era un oncólogo, pero así fue lo conocí, estuvo estudiando bien mi caso y me derivó a otro hospital porque ellos no se podían hacer cargo del mío, ya que nunca habían llevado algo parecido.

Fui derivada al H120, allí conocí a mi nuevo oncólogo, le pregunté todas las dudas y el me las confirmó, ¿Podría tener perro? Si, podría tener perro y además sería una gran distracción para mí. ¿El pelo se me caería? Si, el pelo se me caería, pero eso no es el fin del mundo, al principio cuesta mirarte al espejo, pero al poco te acostumbras y te mentalizas de que tu no tienes la culpa de ello y de que pronto te volverá a crecer. ¿La quimio seria ambulatoria? Si, iría un día a la semana a dármela. ¿Me quedaría sin tener hijos?... Más adelante descubriréis la respuesta.

Cuando empecé mi tratamiento en el hospital  lo que no  pensé en un primer momento era que ya no estaba en la sección pediátrica sino que ya me tocaba la de adultos, vamos, ni se me pasó por la cabeza (porque ya era mayor de edad y  porque mi cáncer era muy poco común en jóvenes, casi inexistente (cáncer de ovarios)). En un principio eso no me preocupó, pensé que habría mas gente joven en el hospital de día de adultos aunque  no fuera de mi edad, pero me equivocaba, todas  las semanas tenia que ir a darme quimioterapia, allí pasaba casi todo el día y siempre me encontraba la misma situación, solo ancianos a mi alrededor, el único consuelo que tenia era tener a mi madre a mi lado mientras me daban la quimio. La verdad me sentía algo extraña allí, me sentía diferente. Me apetecía ver un ambiente distinto a mí alrededor del que tenía.

Las enfermeras y enfermeros en general se portaban muy bien conmigo...mi nombre era famoso en el hospital, todos me conocían, bueno y me siguen conociendo. Mi oncólogo también siempre ha estado muy pendiente de mi caso.

Tenía programados 4 ciclos de quimioterapia, cada uno dividido en 3 sesiones para reducir el tumor antes de operar (debido a que estaba muy extendido) y luego después operarme. Lo peor de la operación era que me iban a quitar el útero y los ovarios, por lo que yo, que lo que mas deseaba en el mundo era tener hijos, perdería esa capacidad y nunca podría tenerlos. La gente me decía que adoptar era igual de bonito, pero aun así me costo bastante asimilarlo, todavía a día de hoy que han pasado unos meses desde que me lo dijeron, cuando lo pienso me duele, pero tengo que seguir para adelante, mi vida era la que estaba en juego.

Antes de terminar con la quimioterapia llegó la hora de las revisiones, lo peor fueron las noticias...mi tumor no había reducido nada y mis marcadores habían subido levemente. En ese momento fue cuando me dijeron que tenían que decidir que hacer conmigo, que existía un 95% de posibilidades de que me operaran...Pero también existía un 5% de que no se la jugaran. Como siempre, te asusta ese 5%, pero al final decidieron operarme.

Dejé  la última sesión de quimioterapia de lado y me operaron rápidamente a los pocos días de comunicármelo.

La operación duró 10 horas y mi recuperación en el hospital fue muy lenta, me quitaron muchos órganos y estuvo llena de complicaciones, pero por fin después de 1 mes ingresada, salí de allí aunque aun no recuperada del todo, pero con ganas de seguir para adelante.

Al salir me dieron cita para volver a hablar con ellos y programarme cuando me volverían a dar quimio, y cuando volví, me dijeron que ya no me darían mas quimio intravenosa sino con pastillas. Fue una gran alegría pensar que ya no me tendrían que quemar las venas más, al menos de momento si todo marchaba bien.

Y ahí sigo tomándome las pastillas y esperando que con eso todo lo malo que pudiera quedar en mi cuerpo desaparezca de una vez. Y lo mejor de todo, es que confío en ello.

Lo importante de todo esto es nunca perder la esperanza y perder el miedo a todo... Hay que dejarse llevar, porque cuando te diagnostican cáncer, la solución no esta en tus manos sino en la de tus oncólogos. Nunca pierdas la fuerza y las ganas de seguir adelante.

Durante mi enfermedad he conocido a grandes personas, valientes y luchadoras, personas que siempre van a estar en mi corazón, personas que se han convertido en grandes amigos, y todo esto no ha sido en el hospital sino fuera de él. Gracias a la AAA he podido ver como todo lo que era negro para mí durante mi enfermedad cambiaba poco a poco.

Solo me queda decir Gracias, gracias por todo.

 

Iris