Cómo se llega al diagnóstico
Los médicos utilizamos muchas veces términos que resultan extraños al resto de las personas. Sin embargo, la herramienta más poderosa para diagnosticar un cáncer se basa en la historia clínica descrita por Hipócrates, un médico griego que vivió hace más de dos mil años. En esta historia, vamos a preguntar por todo lo acontecido en la vida del paciente, desde su embarazo hasta lo último que le ha sucedido y le exploraremos de arriba abajo para que nada se nos pase desapercibido.
No hay dos cánceres iguales, por eso los síntomas (sensaciones subjetivas del paciente) y los signos (hallazgos objetivos en el paciente) pueden ser diferentes. Sin embargo, hay muchas cosas que son de sentido común; por ejemplo, los adolescentes o jóvenes como tú, soléis observar muy atentamente vuestro cuerpo, y toda aparición de cambios de coloración de la piel, hematomas (cardenales) sin recordar claramente un golpe previo, presencia de “bultos” o cambios en la forma de nuestras extremidades o en el tronco, son signos que deben ser consultados con un médico. Tampoco es normal que perdamos capacidades que antes teníamos, como por ejemplo, el control fino de los dedos para coger cosas, tocar la guitarra, o ser incapaces de hacer ejercicios de gimnasia que requieren coordinación visual y motora o notar que alguna zona de nuestro cuerpo se queda como “dormida”, por no hablar de disminución de la agudeza visual o auditiva. El dolor de cabeza es algo muy común en la adolescencia, pero nos debemos preocupar si nos despierta por la noche, si se acompaña de vómitos o si aumenta cuando hacemos un esfuerzo. Normalmente, el adolescente (sobre todo si es varón) es alguien con buen apetito. Cuando tenemos un cáncer avanzado se pierde el apetito, se pierde peso y uno está perpetuamente cansado.
Todo lo anterior quiere hacer referencia, de forma general, a los datos que serán evaluados por un oncólogo en la historia clínica. Cuando ésta se hace bien, la orientación acerca del posible cáncer estará claramente dirigida. Sin embargo, necesitamos de otras herramientas que nos ofrece la tecnología y el concurso de otros profesionales de la medicina (radiólogos, patólogos, hematólogos, etc). Para llegar al diagnóstico definitivo son precisas pruebas de imagen (radiografías, ecografías, TAC o Resonancia magnética), análisis de sangre y la realización de biopsias o cirugía.