Cambio de peso ¿Qué puedo hacer?
Otra variación importante durante los tratamientos es el posible cambio de peso. La quimioterapia puede provocar directa o indirectamente una pérdida o un aumento de peso. Las pequeñas fluctuaciones de peso después de la quimioterapia no son peligrosas. Sin embargo, una pérdida o un aumento significativo de peso pueden afectar tu salud.
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El aumento de peso puede deberse a:
- Menor actividad, tu vida puede ser algo más sedentaria.
- Retención de líquidos.
- Aumento del apetito debido a algunos medicamentos. Los corticoides a altas dosis pueden provocar un síndrome de Cushing que se caracteriza por tener la cara redonda dando la impresión de hinchada. Es un efecto secundario de los corticoides que cuando los retiren de tu tratamiento irá desapareciendo paulatinamente.
- El tratamiento con corticoides también hay veces que se acompaña de un aumento del vello en el cuerpo y, aunque es algo incomodo, también es pasajero puesto que se cae espontáneamente cuando te disminuyen las dosis.
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La disminución de peso puede deberse a:
- Falta de apetito.
- Cambio en los sabores de los alimentos.
- Diarrea.
- Vómitos.
- Nauseas.
- Deshidratación.
Todo esto está asociado a los efectos secundarios de la quimioterapia, ya que hay veces que puede interferir en la capacidad para alimentarnos.
Si tu peso ha aumentado:
- Procura tomar alimentos nutritivos bajos en calorías como frutas y verduras.
- Evita los dulces y golosinas.
- Intenta hacer ejercicio en la medida de lo posible y bajo supervisión médica.
- Participa en actividades que te distraigan y te mantengan ocupado para no pensar en la comida.
Si por el contrario has adelgazado mucho:
- Procura no saltarte ninguna comida aunque no te apetezca.
- Mantente hidratado en todo momento, no dejes de tomar líquidos.
- Cambia tus hábitos de comida, introduce alimentos que no te sepan raros.
- Lo poco que consigas comer procura que sea muy energético. Existen batidos específicos.
Si estas en una situación de aumento o disminución de peso, y eso te preocupa pide ayuda. Hay médicos y enfermeras dedicados a valorar tu estado nutricional y evitar que eso llegue a ser peligroso para tu salud. Y aunque cuesta hacerles caso, es importante intentarlo pues no lo hacen por fastidiar sino por ayudarte y por tu bien, igual que el resto de profesionales que te acompañan en esta difícil situación.
